Crónica taurina del pleno de Alcalá
Crónica taurina del pleno de Alcalá
El ruedo de la política alcalareña no fue, precisamente, escenario de emociones desbordadas.
Ayer, apenas ocho almas se congregaron en la plaza de YouTube, un respetable reducido que, como buen aficionado, aguardaba algo más que un paseíllo sin alma.
Pero, ay, lo que presenciaron fue un espectáculo sin casta, sin fuego, sin ese duende que hace vibrar al público.
Los plenos no son, precisamente, trending topic entre los alcalareños y alcalareñas, son aburridos y repetitivos como un programa de Bertín Osborne.
Ayer lo vimos ocho, porque después, los que escribimos sobre estas cosas, nos tragamos las intervenciones, revisamos minuto a minuto, segundo a segundo, en busca de algo que merezca la pena.
El señor Mora salió al ruedo dispuesto a torear de frente; citó leyes como si fueran pases de muleta, con esa solemnidad que solo un torero de salón puede ostentar.
Pero su faena, aunque técnica, careció de arte; el respetable, en lugar de vitorear, murmuró un tímido «¡Ohhh!, ¡qué listo es este muchacho!», más por cortesía que por admiración.
La semana que viene hay congreso en el PSOE, y el muchacho tendrá que destacar; pero da la impresión de que su jefa le ha quitado el escaparate de YouTube, quizás para que no se exponga demasiado, o tal vez porque, como también es buen toro de salón, su embestida carece de fuerza y su trapío deja mucho que desear.
Señora alcaldesa, su muchacho es como un toro de lidia sin casta: aburre en la ausencia de trapío y cansa en el exceso de embestida; demuestra que ser de una ganadería con renombre no garantiza bravura, ni mucho menos nobleza.
Muy al contrario, se le ve cómodo en su papel de malo de la película, un papel escrito por usted, dicho sea de paso.
Al otro lado de la bancada, la cosa no estuvo a la altura; la ganadería de la oposición, en algunos casos, brilló, pero en general estuvo aburrida, redundante en el mensaje, faltó ese toreo de altura, ese momento de gloria que levanta al respetable de sus asientos con palmas, olés y olas de pañuelos.
Loscertales, como siempre, destacó por su sabiduría y buen hacer; ahondó en la necesidad de dar a conocer los preplenos, pero su toreo, aunque acertado en algunos momentos, fue plano y falto de brillo, le faltó entrar a matar, como si el toro la hubiera hipnotizado y se hubiera sentado a tomar un té con unas pastas.
Carrascosa arrancó con buena forma y presentó un toreo agresivo, sin embargo, cierta falta de lecturas previas de su intervención le jugaron una mala pasada, le falta entrenamiento con el carro, y una mirada general hacia el respetable, que es para el que trabaja.
Hubo pasajes ininteligibles y faltos de brillo, y el respetable guardó silencio, como esperando algo más.
El Niño de la Venia no pasó de su típico hacer con la muleta: sin estoque, sin ganas, sin arte, sin peligro; le sobran picador y baderilleros, quiere ser primer espada y de momento sólo destaca como alguacilillo.
Solo estuvo bien en el paseíllo, pero en el ruedo, su faena fue tan plana que ni siquiera mereció un pañuelo blanco, ni para llorar.
Manuel el Viejo, aunque concejal no adscrito (el se considera concejal proscrito), apuntó maneras; destacó en algún pase, y hubo risas en el respetable, como maletilla, salta al ruedo a pecho descubierto, en ocasiones brillante.
Un torero con experiencia en otras cosas, al que le falta ese último empuje para llegar al estribo.
Christopher Rivas estuvo atento a todo, pero hoy se ha levantado con la estocada de sus socios de gobierno.
Una cosita más que sumar a la denegación de ayudas para uso turístico del castillo, FITUR, una plaza madrileña que, o la llenas o la pierdes, y en este caso, se ha perdido señor Rivas, usted es amigo de los toros, pero los toros embisten y cornean.
¿Será también un signo de los tiempos, de los que, de momento, es cómplice necesario?
Fernando Viera.