El adiós a la cárcel de mujeres de Alcalá: un cierre impopular envuelto en polémica.
El cierre de la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) para convertirla en un centro psiquiátrico penitenciario se ultima en estos días entre el rechazo de quienes, de una forma u otra, han participado del día a día de este lugar, que opinan que es una decisión tomada “desde el desconocimiento”.
El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el pasado 30 de abril la orden del Ministerio del Interior que dispone la clausura del centro, creado el 31 de mayo de 1988, algo que hace oficial lo que era un rumor desde al menos 2020 y que supone dejar las dos únicas cárceles para mujeres de todo el país en Madrid I y Brieva (Ávila).
En esa fecha, hace cuatro años, se jubilaba como directora del centro Maribel Cabello, después de una trayectoria que comenzó en 1992 en la que iba a ser una prisión militar y que acabó acogiendo a 220 mujeres y contando con la única Unidad de Madres en Andalucía.
“Ha sido pionera tanto en la forma de trabajar con internas como con la implantación de programas de tratamiento específicamente de género, muy seleccionados para ser un valor añadido tanto durante su permanencia en el centro como para una paulatina vuelta a la normalidad en sus vidas”, explica la exfuncionaria a EFE.
Proyecto de trabajo
Destaca la capacidad del centro para “desarrollar un proyecto de trabajo con mujeres en prisión, por el que fue reconocido y sirvió de modelo a seguir, incluso fuera de España”, con “actuaciones para rebajar la tensión ambiental y el estrés individual, mediante una eficaz clasificación interior, búsqueda de la plena ocupación y remodelación de instalaciones que reduzcan la dureza arquitectónica del establecimiento penitenciario”.
Con un 8 % aproximadamente de población penitenciaria femenina, Cabello opina que el cierre de Alcalá supone “un retroceso en derechos y deberes, que va a ser irrecuperable y se debe solo a decisiones que apuntan al desconocimiento del medio”.
Precisa que, coincidiendo con la jubilación de la dirección anterior, se produjeron “intrigas, secretismo y rumores” que han desconcertado tanto a los trabajadores como a las internas, algo que considera “inexplicable” y “una falta de respeto extremo” sobre todo hacia las mujeres, que “no entendían ni las razones ni el futuro incierto”.
Argumentos sin consistencia
“No hay razones valoradas seriamente ni ciertas: ni la eficiencia económica, ni el ahorro de personal ni las infraestructuras obsoletas”, defiende la exdirectora, que opina que “son argumentos sin ninguna consistencia y que se pueden rebatir sin esfuerzo” y agradece la labor de los numerosos profesionales que “han hecho posible que este centro de mujeres haya conseguido los fines fijados”, a quienes traslada públicamente su reconocimiento.
Las aproximadamente setenta internas que aún quedan en Alcalá pasarán ahora al centro de Sevilla 1, donde las acompañará Belén Agredano, la maestra de la Junta de Andalucía que ya trabajó en ese establecimiento mixto antes de trasladarse a la cárcel de mujeres en 2016 y que advierte de la “vulnerabilidad” que afrontan muchas de ellas.
La mayoría no quiere estudiar
“La mayoría no van a querer estudiar ni les van a dejar sus parejas porque eso supone juntarse con hombres”. Indica la maestra, que advierte que “se están dando pasos atrás respecto a lo que están aprendiendo: van a volver a ser dependientes y a vestirse como ellos les digan o a darles miedo hacer actividades porque ellos no quieren”, ya que muchas tienen a sus parejas en la nueva cárcel, añade.
Agredano va más allá: algunas de las internas han sido maltratadas y no quieren estar entre hombres, pero además un porcentaje de ellas “tienen allí a sus maltratadores”. “Ellas saben que van allí como de exposición y que muchos hombres van a ir a por ellas”, se lamenta, además de advertir que “la que no tenga dinero se va a buscar a alguien allí que la mantenga, en vez de tener una tarjeta social, como en Alcalá”.
Tras acusar a la nueva dirección de “inexperta” y de “no dejarse aconsejar”, la maestra le atribuye una “pésima gestión”. Y no comprende el “castigo” del Gobierno hacia Andalucía con un cierre que “va a empeorar la calidad de vida de las internas. Y es una doble condena para ellas”.
Un trato más personal
También Eva Corrales, exalcaldesa de Rota (PP) que ingresó en Alcalá tras ser condenada a cuatro años y medio por falsedad en documento oficial, ha intentado “por todos los medios” tras su salida contribuir a evitar el cierre, que atribuye a “un problema de presupuesto”.
“A las mujeres nadie las ha escuchado, se ha hecho todo de manera muy sibilina, con nocturnidad y alevosía”. A Corrales le sorprende que “esto lo haga un Gobierno que se llama progresista. Y que intenta dar lecciones continuamente de lo que es la protección hacia las mujeres”. Y critica que todo el proceso “esté pasando tan desapercibido”.
Recuerda que ella pudo haberse quedado en la prisión de Puerto III, en el Puerto de Santa María (Cádiz). Y más cerca de su domicilio, pero eligió ir a Alcalá de Guadaíra. “Era solo de mujeres y era una cárcel más pequeñita”. Esto daba lugar a “un trato más personal”, indica.
“Era como un internado, con zonas verdes y hasta una guardería, los niños no tenían por qué salir fuera del centro. No era un lugar frío ni feo”. Lo dice rememorando, por ejemplo, los talleres de cerámica que servían para llenar los corredores de vistosas obras realizadas por las internas.
Abrumadas y aterradas
Las mujeres trasladadas se confiesan “abrumadas y aterradas al mismo tiempo”. “No quiero recordar lo que es estar en una prisión mixta ni mucho menos estar en una de ellas”. Eso escribe una de las internas en una carta a la que ha tenido acceso EFE . Representa el sentir mayoritario dentro de Alcalá.
Confiesa que si no fuera por su familia pediría estar en Madrid I. Y afirma que la condena se hace “más introspectiva” compartiendo instalaciones solo con mujeres. “Un tiempo solas, sea cual sea nuestra condena, nos ayuda a conectar con nosotras mismas. Valorar nuestros actos y malas decisiones, sin distracciones”, escribe.
“Bastante duro resulta el encierro entre cuatro muros como para sumarle el estrés de compartirlos con hombres agresivos y violentos”. Argumenta, añadiendo que la razón para elegir una cárcel de mujeres es la “tranquilidad”.
Asegura que los hombres han sido “en gran parte” responsables de las entradas en prisión de muchas de las internas. Y lamenta que, en vez de mejorar las instalaciones y llevar más mujeres a Alcalá, se las disperse. Y “obligue a ser un grupo minoritario en una prisión mixta”, algo que considera “muy triste”.
Fuente: EFE