La perversión de las palabras:

La perversión de las palabras:

 

Por si no lo saben, existe un Plan de Recuperación y Transformación de la Resilencia, que es el que ejecuta la información para que a usted y a mi nos llegue lo adecuado de la mejor de las maneras.

No querían llamarlo Plan de Hipnotismo porque el que diseña estos planes sabe perfectamente que sinónimos usar para desviar la atención o “no echar cuenta”.

Por supuesto, “lo adecuado” y “la mejor de las maneras”, no suelen coincidir con el “apriorismo” de “me cago en su puta madre”, todo se sustituye por “resilencia”.

Afrontar momentos difíciles sin sacar los pies del tiesto, cuando lo que en realidad te está pidiendo el cuerpo es soltar por la boca una serie de exabruptos o improperios, más propios de los bares a la hora del ángelus o de atascos en hora punta.

Resilencia, tiene mucho que ver con aceptar el castigo y llevarlo de la mejor manera posible, a ser posible, para que no lo intentes más.

Esa responsabilidad es la que más nos frena y a la vez nos sirve de justificación, “no lo hago por mi, lo hago por ti”, como si la basura se fuera a tirar sola, y así, una vez ejecutada la sentencia, que en honor a la verdad, ni si quera era para ti, te tragas el dolor, asimilas la culpa, y sales a la calle por la compra como si no pasara nada.

Si piensas en resistirte, entras en la barrena del pecado mortal y tu nueva moral adquirida a fuerza de resilencia, es capaz de pedirte que te delates a ti mismo por el sólo hecho de pensar diferente.

La sociedad ha transformado “pensar”, en “pecar”, el mero pensamiento es ya objeto de estudio aún en lo más íntimo junto al sentimiento de culpa

Es en realidad una reminiscencia del catolicismo exacerbado, pensar = pecar, por lo tanto ocultar = sobrevivir, por lo tanto, lo verdaderamente importante es pasar desapercibido y adoptar posturas tibias a la espera de otro solucione el problema de tu pensamiento, sublimando los instintos animales, clausurando por completo el libre albedrío, y convirtiendo la opinión personal en una suerte de secretos inconfesables que se convertirán, a su vez, en pensamiento único, tamizado por el colador de la resilencia.

Resilencia, es poner la otra mejilla tal y como requiere la hermenéutica en sentido estricto, sólo que en los textos sagrados no aparece tal palabra, porque ni siquiera la decencia, la honra o el sentido común, la admiten como sinónimo de perseverancia.

Resilencia proviene de la palabra en la latín “resilio” que es volver atrás, rebotar o replegarse, por lo tanto no tiene nada que ver con la perseverancia y sí mucho con cometer los mismos errores una y otra vez.

En mi opinión, esta palabra que apareció en 1972, para definir los procesos psicológicos que atesoran las personas que sobreviven en entornos hostiles, ha sido redefinida para considerar como “malo” el hecho de actuar por instinto, todo lo contrario de su verdadero ser.

En realidad la palabra viene de la unión de otras dos “res”, como “cosa” o “la cosa” y “silentium”, que es “silencio”, resilencia es “el silencio de las cosas”, ahí está su verdadero ser, su verdadera corrupción.

Combinar dos acciones, por un lado, aquella que decía Ortega y Gasset en el “Hombre y la Gente”:

“Vicente va donde va la gente”

Combinado con otra de uso mucho más común:

“Calladito estás más guapo”

Nutre con un nuevo sentido, alarmantemente corrupto, la palabra resilencia.

Cuando no podemos discernir dónde termina mi pensamiento y dónde empieza el pensamiento único, ya estamos atrapados, o quizás sea mejor decir, “liberados de pensar”

En cualquier estado totalitario, si el líder dice que, este o aquel hecho no tuvo lugar, la mente resilente actuará en consecuencia y tal hecho, aunque el individuo lo haya visto con sus propios ojos, no habrá tenido lugar.

Por dos razones incontestables, la primera porque si lo ha vivido, su mente resilente pondrá enseguida los mecanismos psicológicos adecuados para conseguir la estabilidad emocional necesaria, incluido el total olvido del hecho causante y del efecto, y esto lo hará porque si su verdadero ser toma conciencia no pondrá la otra mejilla, y eso es muy beneficioso para cualquier orden establecido.

La otra razón es que en una sociedad, como la nuestra, que ha sufrido tantas desgracias, el olvido es una forma de vida que hemos aceptado de común acuerdo con las instituciones, por ello el Plan de Recuperación y Transformación de la Resilencia, viene siempre como anillo al dedo.

Para poder cumplirlo es necesario un proceso mental autoimpuesto y precisa de una inquisición implacable, todos los individuos son sospechosos de pensar y culpables hasta que no demuestren lo contrario, por lo tanto son objeto de clasificarlos, de etiquetarlos, estarán dentro o fuera del sistema, como peligrosos, o muy peligrosos.

La palabra de la que deriva resilencia es resistencia, una palabra que caerá en desuso por las connotaciones beligerantes que arrastra históricamente.

El que gana las batallas y escribe la historia llamará resistencia a lo que es, sin duda alguna terrorismo, como pudiera serlo el Maquis, la Resistencia Francesa, ETA, los Chetnicks, la Revolución Francesa, La Revolución Soviética, el Cristianismo, la conquista del Islam o cualquier otro tipo de enfrentamiento, por la fuerza, al orden institucional impuesto y comúnmente aceptado.

La esencia de la palabra Resistencia vendrá derivada por el punto de vista del “doliente” y también, del que gana la batalla e impone su orden institucional, y por ende, su propia visión de la historia, el miedo a quedarse sólo, la auto inmolación o acto de constricción, y el refugio en la masa social harán el resto.

Como decía Orwell, sospechoso habitual de llamar al pan, pan y al vino, vino, adquiriendo un compromiso con el lenguaje, alejado de obscenidades propias de políticos corruptibles.

“El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces (…) y para dar apariencia de solidez al puro humo”

Sobre lo que es verdad y lo que es mentira, ni siquiera el tiempo puede aclararlo, y así, en el olvido caerán muchas cosas por miedo a recordarlas, de una cosa estoy seguro, tras un cataclismo, en España, alguien saca tajada y no le importarán los fallecidos, mientras pueda ir de putas a su club favorito todo irá bien, y esto no es una frase, es una constante en la historia de este país.

Fernando Viera.

¿ Qué te ha parecido?
+1
2
+1
1
+1
0
+1
1
+1
0
+1
0
+1
1