Balada triste de las cositas que no entiendo.
Balada triste de las cositas que no entiendo.
Como la memoria es escasa en este país y en este pueblo más, la trayectoria de José Luis Roldán por la política local debería de tenerse en cuenta para algo más que tirarlo por tierra día sí y día también.
No quiero ocultarles que existen, entre él y yo diferencias ideológicas que parten de que él es él y que yo soy yo, pero tampoco quiero ocultar que entre él y yo hay una simpatía de siempre, también con Manuel, por supuesto, le pese a quien le pese, eso es porque los dos son un éxito sin precedentes en la política alcalareña, contra la política alcalareña de siempre, llena de amigos, de familiares cercanos y de “cuñaos”.
Los políticos alcalareños son una alegoría de una canción de Los Chanclas:
– “Y tú de quien eres… de Marujita”
Una política que he venido señalando con el dedo todos los días y que ahí queda para quien tenga tiempo de leerla.
La irrupción de Manuel y José Luis en la política local no es ni más ni menos que el desarrollo de una idea que, estoy seguro de ello, cualquiera de nosotros hemos tenido en la cabeza en mayor o menor medida, y que subyace en la frase “si yo fuera presidente”, en este caso “si yo fuera alcalde”.
Una vez que llegas ahí, debe de ser difícil mantener la compostura al comprobar como entre unos y otros se van tapando las vergüenzas con la sola intención de mantener sus sillas, por lo que cualquiera que llega de nuevas con intención de hacer “otra cosa” siempre encontrará un muro de mierda impenetrable, y recuerdo concejales que cansados de tanto excremento decidieron volver por donde habían venido, no diré nombres porque ya no son personas públicas.
Leer que un empresario en España le debe “x” a la Seguridad Social, antes de que se lo comuniquen al interesado por los medios habituales, como carta certificada o burofax, parece propio de panfletos interesados y de periodistas lamebotas a la búsqueda de una “mijita” más de “publi” institucional, de los de soltar mucha pluma y esparcir tinta, como el que esparce mierda.
No sólo eso, sino que tendiendo en cuenta que las fuentes son “sagradas” y en eso no voy a entrar, porque lo que ocurre en la Plaza del Duque, se queda en la Plaza del Duque, si hay que tener cuidado con la forma de obtener la información, porque abrir cartas que no son tuyas, constituye delito, también en este pueblo.
De eso viven los periódicos, o con eso se mantienen, no nos equivoquemos, el periodismo es mercenario, hay botas para todos los gustos, y fustas, y subvenciones, y novios, y primos, y padres, y compromisos a los que colocar.
Deberle a la Seguridad Social, es algo por lo que todo empresario ha pasado alguna vez, sólo había que esperar para poner la maquinaria del fango esa de la que tanto hablan, e intentar hundir a la persona, al empresario, a la empresa y a los empleados, el “kit” completo de “hijoputismo” al servicio del poder institucional por un poco de “alpiste” para pasar el invierno.
Yo ya he pasado por eso y miro los toros desde la barrera, pescando al curricán con mi barquito en la desembocadura del Guadalquivir, cuando crees que lo has visto todo, te vuelven a sorprender los de siempre, con lo de siempre.
No habrá que esperar mucho para los cantes de ida y vuelta, quedan un par de años para intentar de nuevo un asalto a la casa de todos, ¿quién sabe?, aquí ya estamos todos en campaña, me incluyo.
Le faltó hacerse una foto con Antonio Gutiérrez Limones, pero ahí está, no le falta el trabajo, sólo le falta aprender de política.
Fernando Viera