¿Dónde está la oposición?

¿Dónde está la oposición?

 

La gran desaparición política de nuestro pueblo

La oposición política tiene un papel esencial en cualquier democracia: vigilar, proponer, criticar y, en definitiva, hacer ruido. Pero en nuestro querido pueblo parece que la oposición ha decidido que el silencio es oro.

Y, claro, ¿quiénes somos nosotros para interrumpir sus largas siestas políticas? Después de todo, debe ser muy cansado presentarse a elecciones para luego no hacer absolutamente nada.

Un silencio que ensordece.

No es que esperemos grandes hazañas heroicas de nuestra oposición, pero al menos algo más que presencias fantasmales en las reuniones del ayuntamiento.

Desde que se formó este equipo, su principal logro ha sido mantener sus sillas calientes durante las sesiones de pleno.

No han propuesto ni una sola medida que valga la pena, ni han cuestionado las decisiones del gobierno local más allá que velando por sus propios intereses. Si acaso, se podría decir que han sido extremadamente consistentes… en no hacer nada.

Podríamos preguntarnos si es que todo les parece perfecto, si acaso nuestro pueblo es un paraíso donde no hay problemas que resolver. Porque claro, para ellos parece que todo está bien. Los baches en las calles, la falta de luz, la falta de actividades para jóvenes, la gestión de residuos… temas menores, ¿verdad?

Todo marcha de maravilla, gracias por preguntar. ¿La oposición o un club de fans? Lo más curioso es que en las pocas ocasiones en que han abierto la boca, ha sido para dar la razón al gobierno de turno, y no en palabras, entiéndase lo que digo. Sino porque hay actitudes que le ponen al gobierno la cosa muy fácil para seguir en su línea, véanse los últimos movimientos del PP y el aquel o aquellos que llegaron para cambiarlo todo.

Parecen más un club de fans que una oposición política. Casi da envidia la armonía y paz que reina entre ellos. Podrían dar charlas sobre cómo mantener relaciones sin conflictos, porque en política… bueno, se supone que no es tan normal.

Comparaciones odiosas (pero necesarias). Mientras tanto, si miramos hacia otros pueblos vecinos, vemos cómo sus oposiciones son activas, críticas, y propuestas. En uno de ellos, la oposición ha logrado poner sobre la mesa un plan de desarrollo local para atraer turismo, y en otro han impulsado iniciativas para mejorar el transporte público. Pero aquí, nuestra oposición parece que ha encontrado la fórmula mágica de la invisibilidad: ni se les oye, ni se les ve. ¿Será que están practicando para Halloween?

El arte de cobrar sin hacer ruido. O lo mismo es eso… que se escudan en que no cobran

lo suficiente. Poderoso caballero Don Dinero. Pues menos mal que les pagamos poco, porque menudo dolor de barriga tener que pagarles también a estos por no hacer nada o porque están todo el tiempo de viaje o de barra en bar.

Podríamos intentar buscarles en las redes sociales, pero probablemente nos encontremos con una lista de publicaciones haciendo criticas fáciles copiadas de años anteriores (muchos años y muy repetidos) o en su defecto publicaciones que datan de las últimas elecciones y alguna que otra foto cortando una cinta, en misa o repartiendo folletos.

Parece que para algunos, estar en la oposición es simplemente un empleo pagado para sumar a la paga de jubilado o al sueldo, sin obligaciones, y sin esfuerzo. Y oye, si tepagan por no hacer nada, ¿quién se quejaría?

Querida oposición, ¡despierta!

La política local necesita una oposición que sea eso, oposición. Que critique, que proponga, que moleste, que incomode si es necesario. Pero si nuestros representantes actuales prefieren seguir en la sombra, entonces quizá es hora de que los ciudadanos les recordemos por qué se les eligió. Porque la próxima vez que se acerquen pidiendo el voto, tal vez deban decir la verdad: “Vótenme para que no se note que estoy aquí”. Así que, querida oposición de nuestro pueblo, tómense un café bien cargado y despierten.

Porque si querían pasar desapercibidos, felicidades, lo han logrado.  Pero los ciudadanos merecemos algo más que actores secundarios que sólo se aparecen en las fotos y cobran sus poco merecidos 800 euros por asistir 3 horas a un pleno.

Los alcalareños nos merecemos voces que se hagan escuchar y luchen por nosotros como nos prometieron.

DESPUÉS NO SE SORPRENDAN SI EN DOS AÑOS APOSTAMOS POR LOS QUE

ESTÁN GOBERNANDO, PORQUE AUNQUE DUELA RECONOCERLO, AL FINAL, NI

LOS BUENOS SON TAN BUENOS NI LOS MALOS SON TAN MALOS

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