Moscas a Cañonazos

Moscas a Cañonazos

Moscas a Cañonazos

Queridos políticos de cabecera: el teatro está muy bien, que el sainete, me voy a verlo al Riberas del Guadaíra; pero ¿qué está pasando aquí? ¿Estamos haciendo política o esto es un casting para un programa de Bertín Osborne? Porque, la verdad, si buscáis un reality show, os habéis lucido.

Soy asiduo espectador de los plenos; no por gusto, que ya sé que ustedes, lectores, pensarán: «¿Este no tiene nada mejor que hacer?». Y sí, lo admito, hay películas de Pajares y Esteso con guiones más coherentes. Incluso Sor Citroën da más claves sobre la vida que este circo. Pero, ay, aquí estoy, en primera fila, viendo cómo se desgrana el esperpento.

¿Masoquismo? Probablemente. Aunque, si lo pienso bien, algunas intervenciones son tan surrealistas que hasta Valle-Inclán se quitaría el sombrero. Eso sí, si el pleno fuera un concurso de lectura, el señor Mora se llevaría el premio; y si fuera por debatir, la señora Loscertales y el señor Mora tendrían su propio talk show.

Llegamos al punto 5: el complejo turístico rural El Refugio. ¿Alguien lo ha visto? No. ¿Alguien ha oído hablar de él? Tampoco. Según el señor Mora —que, dicho sea de paso, no estaba en su mejor día—, el lugar está en un punto indeterminado de la carretera de Morón, se dedica a «cosas indeterminadas» y, cito textualmente, es un «salón de celebraciones». Vamos, que para montar un bar de carretera en medio de la nada, les dieron una subvención que, por supuesto, no se devolverá sine die. Yo me he «quedao muerta», como diría mi abuela.
Pero hay más. Este engendro, que Jesús Mora defendió con la pasión de un funcionario de ventanilla, no aparece ni en Google. Seguí las indicaciones del señor Roldán, y nada. Ya es raro, tratándose de un proyecto que ha mamado de la teta del dinero público.

¿Dónde está ese salón de celebraciones? Probablemente, en el mismo lugar donde desaparecen los calcetines en la lavadora. Sí, ahí.

Y luego están los entretenimientos. La interpelación al secretario fue de traca.

Sí, el fedatario, ese ser mitológico al que han relegado a llevar el segundero. Menudo espectáculo. Y no hablemos del esparadrapo de Manuel, el concejal proscrito, que le sangraron los labios al quitárselo. Para la próxima, Manuel, pide un cilicio prestado; duele menos y queda más místico.

Pero lo mejor fue lo del metro.

Van a quedarse con 20 millones de euros porque, según ellos, no se cumplió el contrato. Ah, no, perdón: no cumplieron SUS propios contratos. Chaves, Griñán, Susana Díaz… todos firmaron, ninguno cumplió. Y ahora, cuando por fin se ve luz al final del túnel, los socialistas vuelven a incumplir.

Pero no se preocupen, seguro que celebran la jugada en ese salón de celebraciones de la carretera de Morón. Eso sí, no olviden llevar un mapa; el lugar está más escondido que la honestidad en un pleno.

Y luego está Irene Bautista. Como le dijeron al Gordo y al Flaco cuando llegó el cine sonoro a Hollywood: «Tienen voz». Pues Irene tiene voz, y vaya si la usa. También es una espía de primera; Manuel, tú no la ves, pero yo, que reviso las imágenes, sí. Ya era hora de que alguien levantara la voz en este gallinero.

Y a mi buen amigo Roldán, «topalante», que es lo que te pide el cuerpo. Y sí, es cierto, que digan la verdad; y no, tus formas no son malas. El problema es que la gente no está acostumbrada a que les digan las cosas a la cara.

En resumen, aquí está pasando algo.

La oposición se ha comido al gobierno, y los de A x sí se miran entre ellos, sabiendo que han hecho un mal negocio. Solo salen en el pleno porque, fuera de él, ya no existen.

Y así nos va.

Fernando Viera.