Cuando la tragedia se convierte en arma política
En política, como en la vida, no todo vale. Y menos aún cuando hablamos de tragedias humanas.
El terrible incendio en una vivienda, que ha costado la vida a un vecina de nuestra localidad, ha conmocionado a los vecinos de nuestro pueblo. Este lamentable hecho debería haber sido un momento de unidad política, de apoyo a la familia afectada y de respeto absoluto por su dolor. Sin embargo, hemos visto cómo se ha convertido en munición para atacar al equipo de gobierno, como si el sufrimiento de unos vecinos, de una familia, pudiera usarse como atajo para ganar titulares o votos.
No se trata de defender a un partido u otro. Se trata de defender la decencia. Porque nuestro pueblo vive tragedias todos los días: familias que pierden su casa, vecinos que luchan contra enfermedades sin recursos, personas mayores que sobreviven en soledad. Esas realidades apenas aparecen en los discursos políticos ni en las notas de prensa. ¿Por qué unas tragedias se utilizan y otras se ignoran?
Los vecinos de Alcalá merecemos algo más que este espectáculo. Merecemos representantes que estén a la altura, que acompañen en el dolor y que trabajen para prevenir, no para aprovecharse. La política debe ser herramienta de servicio, no de oportunismo.
Que un incendio no se convierta en propaganda. Que el dolor no se transforme en arma. Porque cuando se cruzan esas líneas, perdemos todos: pierde la política, pierde la ética y, sobre todo, perdemos como pueblo.
Francisco González
